Encontré, entre los textos de aquel escribano del siglo XII, un tal Esanjuro, algo que dice así:
"De tus ojos la lluvia, jamás he querido ver, ni saber del aprisionado gorrión de tu pecho, pues me lacera saberte así... decírtelo no puedo, pues los caminos se han separado, tanto, que no recuerdo si alguna vez nos encontramos".
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