Los años, la nostalgia y la tecnología.
Recibí un mensaje a través de Facebook, una persona me preguntaba si acaso era yo aquella persona de nombre tal.
Nos conocimos en la escuela primaria, ella siempre amable y con una amplia sonrisa: era la niña con uno de los mejores promedios de los grupos de sexto grado. Su mamá también se mostraba atenta y amable, acompañaba a su hija a la entrada y salida de la escuela, mientras los niños, por una misma calle caminábamos, a la distancia, yo las miraba... madre e hija. Recuerdo que su papá era sastre.
Recibí su mensaje, y leí acerca de aquellos años, no recordaba algunos sucesos... además de la escuela, ella y yo nos veíamos en una especie de congregación religiosa, a la cual me obligaban a ir todos los sábados... a pesar de ello, me resultaba más llevadero que ir a trabajar. Casi nunca cruzamos muchas palabras, más por mi timidez que por otra cosa, sin embargo quedó esa sensación agradable de su atención y amabilidad hacia mí.
Algunos años corrieron, no la vi más. Un sábado salí franco e iba uniformado, me dirigía a casa, con la mente perdida, pensando en asuntos de cuartel, del terreno, del orden cerrado y orden disperso... a bordo de un transporte, y ella subió, iba con su novio, y así alegre como ella siempre fue, alzó su mano en un saludo... tímido al fin, esbocé una sonrisa pequeña, muy probablemente ese gesto ni siquiera hubiese calificado como una genuina muestra de alegría, sin embargo, muy profundamente me llenó de gusto volver a verla, éramos unos adolescentes.
En su mensaje leí ese pasaje... ella lo recordó, en tanto, yo tuve que escarbar en la memoria para recuperar esa anécdota... en su texto ella me preguntaba si acaso se había perdido alguna historia... pienso que no. Nos hemos rencontrado tantos años después, y ha llenado de gozo mis horas y mis recuerdos. La tecnología cruza tiempos, reúne personas.
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