20141011

Dejar de pensar (tanto)

Dejar de pensar, dejar de pensar. Miré las vendas, no las cambié... mientras las colocaba, dando vueltas alrededor de la mano y muñeca, cubriendo bien los nudillos, me di cuenta de que estaban manchadas: era mi sangre, que el día anterior tiñó las vendas.

Sentí que algo ardía en los nudillos, tal vez el roce, los golpes, o la mezcla de calor y sudor, todo junto hizo que la piel se desgastara, que se abriera dando paso a unas pocas gotas, siendo aquella sensación de picazón.

No presté atención, poco a poco he ido acostumbrándome al dolor de los entrenamientos, las manos tensas y los músculos ateridos, un pequeño dolor adicional no era gran cosa.
Vi mis vendas, antes de colocar los guantes, manchadas de sangre, entonces supe que había dejado de pensar en cosas sin importancia, al tanto aprendí a vendarme las manos para el entrenamiento de boxeo.

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