Recuerdo...

Recuerdo una parte de mi primer accidente (grave) de trabajo, entonces 1989, la edad ahora no importa, pues en su tiempo tampoco era relevante. Antes de que todo se fundiera en una mancha oscura, escuché un sonido, un zumbido, que a partir de entonces, al despertar, nunca se fue. Algunos trabajadores ayudaron a sacarme de aquel lugar. Un golpe y la pérdida del aire: todo se hizo, o se deshizo, pues no guardo registro de qué sucedió en ese instante, lo recuperado fue a través de los relatos de quienes vieron y advirtieron el error que resultó en el percance.

Tanto ruido, la distracción de unos cuantos segundos, luego, nada. Rápido, como suelen y acostumbran presentarse los accidentes, tanto ruido, los gritos y advertencias no llegaron, tanto ruido... y distraído, absorto, perdido, de espaldas a quienes ya corrían intentando advertirme. El primer golpe lo recibí en la sien derecha y ahí apareció aquel zumbido... el segundo golpe fue casi indoloro, contra el piso al caer, en ese lapso no sentía nada más que una representación muy cercana a un sueño pesado, y tenía yo un sabor metálico en la boca... antes del abismo, cayó encima de mí gran parte de la carga embalada. Me han dicho que llegaron prestos, los trabajadores quitaron bultos y tarimas, intentando sacarme de inmediato.

Al volver, al despertar el aire me faltaba, no podía respirar correctamente. Pero ¿para qué contarlo? Pues porque en ese entonces no sabía que algún día iba a poder dibujar, eso tal vez nunca pasó por mi mente, dedicarme a ésto.

Ilustraciones para la asignatura de Creatividad, con el Dr. Chávez Silva